Ofrezco Terapia especializada en EMDR
Esther Ávila
Psicóloga

Cada persona es la suma de cada hecho, de cada omisión o decisión en la vida. Por ello, para conseguir un cambio eficaz y duradero es necesario personalizar la intervención. “Llevamos con nosotros todo lo que vivimos”.
La adultez nos permite poder tomar decisiones sobre nosotros y nuestra vida, responsabilizándonos de las consecuencias. Cuando en esta aventura no salimos bien parados y se nos agotan los recursos que conocemos para resolver los problemas puede ser el momento de buscar ayuda profesional.
Teniendo estabilidad en nuestra vida podemos tener cierta curiosidad o inquietud por cambiar algunos aspectos de la misma, por mejorar nuestro rendimiento o las relaciones. En estas situaciones estaría indicada una consulta de orientación o explorar de manera más continuada con el propio crecimiento personal.
Los profesionales sanitarios, en general, y quienes nos dedicamos a la psicología, en particular, a veces nos sentimos desbordados, desorientados o desmotivados por nuestra profesión. En estos y otros supuestos estaría indicada la supervisión, aunque este servicio solo estará disponible para psicólogos y psiquiatras que puedan acreditar la licencia oficial para ejercer su profesión en el país donde se resida.
Terapíldoras de Pacientes
“Esto de la terapia es como limpiar la piscina, hay que remover el fondo para que quede bien, ¿verdad?”.
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“Soy como una roca mejillonera: todo el mundo se aferra a mí”.
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“Tras cada sesión de terapia me siento un poco como cuando te quitas una espinilla y se queda el vacío en la piel: con ese gustillo raro de satisfacción”.
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“Soy un antisistema sin energía: siento rabia con la enfermedad, pero no puedo luchar por lo que necesito”.
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“Mi vida era como un hámster sin rueda, encerrado en casa y sin saber qué hacer. De niño arrancaba el gotelé de la pared para no aburrirme”.
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“Me fumé un porro para poder subir al avión y me pusieron la película “Ana Karenina” de Tolstoi. Pues llegó un momento en que por el miedo o por los efectos de la sustancia, flipaba pensando que actuaba en un teatro victoriano”.
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“Contigo he conseguido el Certificado de Suficiencia Investigadora sobre mí misma”.
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“Me pongo mala en el fin de semana y durante las vacaciones, creo que mi cuerpo es de la patronal”.
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“Te lo explico con mi jerga de fotógrafo: la terapia ha sido para mí como el papel del colorista en el cine: he cambiado el tono de mi historia del gris triste al color”.
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“Me estoy dando cuenta de que tenía unos vínculos de cartón piedra”.
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“¿Soledad? Mi marido ya no me toca ni con un puntero láser”.
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“Cuando me disocio estoy como en una cápsula espacial: al atravesar la barrera del sonido sale una Parte de mí que me congela, como una liebre deslumbrada por los faros de un coche. Bueno… me colapso o me entra una mala leche que parezco Wonder Woman”.
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“Lo de la disociación para mí es como mirar un cómic de “13, Rue del Percebe”: cada piso tiene su propia forma de funcionar, sus habitantes, su relación con los vecinos…”.
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“Y si a estas alturas de mi vida tenemos que talar el árbol genealógico, lo talamos, ¿vale?”.
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“Con la energía que desprendo tras una sesión con EMDR podría conectarme a una bobina y ahorrarme la factura de la luz”.
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“¿Intensa? Yo diría que cuando se enfada mi mujer se convierte en un “Transformer”.
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“Después de mi matrimonio me quedé vacía: mi pareja era como una tenia y me iba comiendo los órganos por dentro hasta matarme”.
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“Pues mira por donde no encuentro los pañuelos… Estamos en pandemia y he parado el coche en mitad de la nada para la sesión. Por aquí solo veo multas de tráfico y papel de liar, de haber sabido que me iba a me iba a poner así…Recuérdame que los compre para el próximo día, por favor”.
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“A veces siento como un miedo cósmico por no poder controlar mis Partes Disociadas. Es como jugar a la Ouija: no sabes cuándo ni qué parte se manifestará.”
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“Aunque sea por probabilidad, ya solo puedo ir a mejor, ¿no crees?”.
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